lunes, 9 de enero de 2012

(Des)arme

El abandono a veces es instantáneo, de ese que no te das cuenta hasta que quieres tirar de la cuerda y atrapas aire desalado. Que de las mejores situaciones se sacan las peores conclusiones y de las peores se sacan vigas de amor. Sí, de las que te caen en la cabeza, hacen brecha, sangran y escuecen los ojos. Y si sobrevives las utilizas para tú construcción. 
Construcción. Cuidado, si te acercas corres el peligro de sufrir contusiones. No te preocupes, no serán demasiado profundas. 
Profunda. Empieza a serlo, de lo contrario cualquier bar de carretera te estará esperando con los brazos cerrados. 
Por cierto, gracias. Cuánta sonrisa se ha soltado y se ha vomitado. Yo, te aplaudo, me quito el sombrero, claro, porque aún existen criaturas a las que el tiempo no le cuesta un empujón al suelo, a las que el tiempo..., no les cuesta. 
Yo, yo estoy hecha de energías renovables. Me renuevo. Me renuevas. Y... seamos sinceros, nosotros dejamos de follar hace ya tiempo para empezar a hacer el amor incluso con las miradas.
Que el encima queda muy por debajo, que estamos en la cúspide de la torre más alta de los playmobil. Que la princesa murió hace siglos de pereza. Que la prisión es de puertas abiertas para fuera, que no para dentro. 
Que con mis silencios que no callan me hago bocadillos de pan duro y agua, mucha agua. Y comienzan a bailar mis cuerdas vocales que nunca han sabido tocar el violín.





Intrusiones