Acostada
sobre aquella cama de alfileres nacarados… tan acogedores que duelen.
Pero
no contenta con estar en el lugar más cómodo y sangrante al mismo tiempo, me
levanté de allí para salir de la zona de confort más fácil y vulgar. O es
mentira que el lugar más fácil donde resignarse a estar es aquel en el que te
acostumbras al dolor con el paso de los minutos. El coraje está en encontrar el
lugar blanco y cálido. Y lo más complicado, que lo sientas parte de ti.
Cansada
de estar en un lugar muy conocido por todo mi ser, me dirijo allí donde yo solía
girar en torno a mí misma para no perderme. La sangre llegó al río, o fue el
río el que llegó a la sangre?.
Ha
sido exclusivo mientras duró. Sigo a mi lado, o dentro de mí. Porque eso es
algo que nunca cambia, y si cambia tienes un serio problema. Hoy me mimo con
algodones magenta. Porque pase lo que pase y sea cual sea la clase de cama en
la que estés, mis grietas no dejan correr ríos. No sé si siempre estuve tan
condensada o fui tan espesa, solo sé que pesa, y me gusta. Lo que pesa y cae
parece ser siempre más real que lo que vuela.
Y si vuela que sea con hora de
vuelta, que no de llegada.
La
espera puede significar que todo va. Le estoy cogiendo el gusto a eso de
esperar, a pesar de ser siempre de acción, hay cosas que requieren espera, por el
atajo no se aprecia el sabor de todos los colores. Que si los colores tienen
sabor? Espera y degustarás.
Esperando
puedes ver hasta como el agua se hace sangre y los cocodrilos se sienten en su
salsa.
Lo
que nace azul puede mutar a verde.
Material
inflamable no apto para cartones.